2008-2018

El método expuesto en la Teoría del quehacer actoral cotidiano para intérpretes, creado y desarrollado por Naranja Milano Questa, propone otro tipo de actuación situada en el intérprete frente a un público que no es consciente de que es publico ni de que está actuando, pero que participa del acto en la consciencia del intérprete que lo constituye como tal.

El público es la gente del mundo, y la escena se da en los hechos cotidianos, en donde el suceso real pasa de ser un acontecimiento corriente a ser una acción realizada por un personaje dentro del mundo real, el que se convierte en un escenario sólo en la conciencia del intérprete que se somete a la prueba de esta experiencia.

Al hacer ficción dentro de un acontecimiento real actuando un hecho cotidiano se tensa la capacidad actoral del intérprete, que se ve obligado a interiorizarse e investigar las características esenciales del personaje que representa, llevarlo a escena (el mundo real) y transformarlo en un individuo integrado con la realidad en la que se está presentando.

Naranja propone una serie de “ejercicios” que lleva a la práctica, sobre los que reflexiona hasta llegar a confeccionar su Teoría del quehacer actoral cotidiano para intérpretes.
Cada ejercicio o personaje se sitúa dentro de un entorno o circuito determinado con el fin de interactuar con sus participantes y generar diferentes situaciones en relación a ellos.

Estos personajes (Helena Líndelen, Clara Smart, Javier Lesa, El mendigo e incluso Naranja Milano Questa entre otros) van dando cuenta de sus acciones a través de diferentes publicaciones en la web, utilizando para esto distintas redes sociales y blogs, siendo Facebook la plataforma más utilizada debido al momento histórico en el que se desarrolló el proyecto (2008/2018).

Marisa Rubio presentó el trabajo de Naranja Milano Questa muchas veces; muchas veces se escribió sobre él, a veces trayéndole problemas a Rubio o a la misma Naranja. Pero el trabajo en su esencia es subterráneo. El trabajo no está en su presentación; y no es una verdad de Perogrullo. En un sentido general, ninguna obra de arte está en su presentación: una escultura no es la gacetilla de prensa que la anuncia ni la luz eléctrica que la ilumina. Pero nos hemos acostumbrado a pensar que las obras de arte solo existen en cuanto son accesibles, y que de alguna manera se agotan en ese acceso que tenemos de ellas. Logramos hace tiempo expandir este acceso, inaugurando una especie de sexto sentido que nos perite reconocer como proyecto artístico a una acción ejecutada en al calle, en los diarios, en archivos históricos, en el propio domicilio, en internet, en el cuerpo de un colega o de un transeúnte, etc. El aparato de acceso al arte efectivamente perdió, hace mucho, cualquier límite objetivo. Pero justamente por eso, no podemos imaginarnos una obra de arte fuera de su aparato de acceso. Esta imaginación, esta idea del arte como absoluto, como un hecho que esencialmente no depende de su aparato, y que a la vez se retrae de su propio aparato y pasa al dominio de lo invisible, es el tesoro escondido de la obra de Marisa Rubio.”*

* Iglesias, Claudio (2015). Rubias teñidas: Federico Klemm, Marisa Rubio, el arte entre la libertad y el subjetivismo profesional (p. 92). Rosario: Baltasara editora.



2015 Claudio Iglesias (Baltasara)
2014 Liv Shulman (Diario El Flasherito #4)
2013 Rafael Cippolini (Revista Ñ)
2012 Inés Katzenstein (Revista Pul)  
2012 Natalia Zuluaga (CIFO)
2012 Luisa Fuentes Guaza (CIFO)